Aprovechando que el día 31 de mayo es el día mundial sin tabaco, vamos a indagar en esta extendida y, durante mucho tiempo, normalizada adicción.

En nuestra sociedad, gracias al trabajo de información y concienciación sobre el tabaco, la mayoría de las personas somos conscientes de los riesgos que fumar puede tener para nuestra salud física. Sin embargo, parece más difícil reconocer los efectos que dicha conducta puede tener sobre nuestra salud mental, a pesar de que muchos de los motivos por los cuales las personas fumadoras mantienen su adicción tienen relación con ello: les sirve de compañía, les calma los nervios, el estrés y la ansiedad, que les desconecta de sus tristezas, que les permite pensar, tranquilizarse y reflexionar, etc. Pero ¿qué bases reales y científicas tienen estas creencias?

Empecemos por el principio: ¿Cómo se genera una adicción al tabaco?

Como cualquier droga, el tabaco provoca cambios químicos en el cerebro. En este caso, cada vez que la persona fuma llega, en apenas unos segundos, una dosis de nicotina a su cerebro. Esta sustancia, la nicotina, es la que produce una sensación inmediata de relajación, reduciendo el estrés y la ira, mejorando el estado anímico y la concentración y disminuyendo el apetito.  Sin embargo, este estado es algo temporal y cuando el suministro de nicotina disminuye, nuestro cuerpo sufre los síntomas de la abstinencia.

Fumar al instante es la forma más efectiva de reducir (temporalmente) estos síntomas de abstinencia. Este acto es el que refuerza el hábito de fumar, creando un ciclo en el que la mayoría de las personas se vuelven dependientes de la nicotina.

El efecto relajante del tabaco es, en realidad, el alivio del síndrome de abstinencia; este hábito produce justo el efecto contrario.

¿Qué efectos tiene el tabaco sobre la salud mental?

Desde el punto de vista de la salud mental se observa cierta comorbilidad entre el tabaquismo y algunas patologías mentales, pero ¿es la causa o la consecuencia?

Fumar incrementa la vulnerabilidad de las personas para desarrollar problemas de salud mental y, a la vez, tener algún trastorno mental hace que aumente hasta el doble las posibilidades de crear una adicción al tabaco.

Por un lado, el tabaco incrementa algunos síntomas depresivos, de ansiedad y estrés, así como de otras patologías como el déficit de atención con hiperactividad (TDAH). Esto se debe a que, como hemos comentado en el apartado anterior sobre el funcionamiento del tabaco en el cerebro, sus componentes deterioran los mecanismos cerebrales que ayudan a producir dopamina, hormonas claves para el bienestar. Aunque inicialmente parece estimularlas, a largo plazo produce un bloqueo en su segregación.

En la otra cara de la moneda nos encontramos con que las personas con algún trastorno relacionado con la salud mental poseen un mayor riesgo de consumo de tabaco y de adicción a la nicotina. Incluso puede darse la situación de que la propia nicotina enmascare de forma temporal los síntomas del trastorno mental.

Consecuencias mentales del consumo de tabaco

Distintas consecuencias negativas para la salud mental derivadas del consumo de tabacoDiferentes estudios y análisis han demostrado como los fumadores (independientemente del estado de su salud mental), afirman que el tabaco reduce su estrés, les ayuda a relajarse y, por tanto, disminuye su sensación de depresión y ansiedad. Sin embargo, están cometiendo un grave error al atribuir de forma equivocada esa relajación y bienestar mental al consumo de tabaco.

En realidad, lo que ocurre es que las personas fumadoras experimentan irritabilidad, ansiedad y depresión cuando no fuman. Estos síntomas, que forman parte del síndrome de abstinencia, desaparecen al consumir tabaco, creando la falsa sensación de que fumar produce esos beneficios psicológicos. Sin embargo, es precisamente el tabaquismo y su consecuente síndrome de abstinencia lo que causan esos síntomas típicos de problemas psicológicos.

¿Qué efectos tiene dejar de fumar?

Dejar de fumar supone una mejora significativa de la salud física y mental, por ejemplo:

  • Aumenta la esperanza y la calidad de vida. ¿Sabías que las personas fumadoras viven en peores condiciones y una media de 10 años menos que los no fumadores?
  • A nivel cardíaco se normaliza el pulso y la presión arterial y se reduce el riesgo de enfermedad cardiovascular, altamente asociado al consumo de tabaco.
  • Disminuyen las enfermedades respiratorias y pulmonares, que tienen al tabaco como el agente agravante más destacado.
  • Mejora la salud reproductiva.
  • Se disminuye el riesgo de distintos tipos de cáncer.
  • Mejora el sentido del gusto y olfato.
  • Incrementa la autoestima y autoconcepto, aumentando la sensación de satisfacción con uno mismo.
  • Mejora del autocontrol y sensación de libertad.
  • Creación y mantenimiento de un estilo de vida más saludable.

¿Cómo dejar de fumar?

Sin embargo, abandonar el hábito y superar la adicción no es fácil. Seguir los siguientes consejos pueden ser de utilidad en este proceso:

  • Construye un plan adecuado para ti. Como todos los cambios, la decisión de dejar de fumar conlleva varios pasos (conoce más pinchando aquí). Es importante considerar distintos aspectos:
  • Encontrar un momento adecuado para iniciar el cambio, evitando situaciones de estrés, preocupación o crisis.
  • Generar pequeños cambios en tu rutina de alimentación y ejercicio (realistas y asumibles) de forma gradual, de manera que sean sostenibles en el tiempo.
  • Evitar estímulos que inciten a fumar: quitar ceniceros, alejarse de entornos de fiesta y consumo, alcohol, etc.
  • Incorporar hábitos de relajación como respiración profunda o meditación.
  • Realizar actividades agradables que remitan mantener la atención y concentración en temas diferentes al consumo.
  • Ahorrar el dinero como motivación.
  • Buscar apoyo en tu propio entorno y/o profesional.
Compartir:

Síguenos en redes: