El aborto espontáneo -en este caso nos vamos a centrar el embarazos buscados y deseados- y sus consecuencias es un tema poco presente, más si consideramos algunas cifras que nos permiten contextualizar esta realidad. Y es que se estima que cada año tienen lugar 223 millones de abortos espontáneos en todo el mundo, (es decir, 44 perdidas por minuto), llegando a afectar a un 10,8% de las mujeres.

Hoy abordamos este tema desde la psicología perinatal, la rama de la psicología destinada a trabajar en la prevención, cuidado, apoyo, diagnóstico e intervención en la salud mental de la mujer y su familia durante todo el proceso desde la concepción, embarazo, parto, postparto (puedes leer sobre la depresión postparto aquí) y puerperio.

Si bien cada aborto afecta a las personas de manera diferente (provocando dolor, ansiedad, depresión, …), una pérdida de este tipo produce un gran impacto emocional, tanto en la mujer como en su familia, poniendo en marcha un proceso de duelo para poder gestionar esa situación. Aunque para la sociedad ese niño o niña no ha llegado a existir, pues no hay registro, fotos o recuerdos, el vínculo materno-filial empieza al inicio de la nueva vida, incluso de forma previa con la decisión de concebir, por lo que hay que otorgar al aborto y sus circunstancias la importancia que requiere.

Consecuencias de un aborto espontáneo
La vivencia de un aborto espontáneo se expresa en consecuencias físicas y psicológicas. Algunos de los síntomas más frecuentes que pueden surgir en este proceso son:

• Sentimientos depresivos y/o manifestaciones de ansiedad.
• Tristeza, abatimiento, vacío.
• Sentimientos de culpa y desconcierto.
• Miedos a una futura gestación y/o a la incapacidad de volver a concebir.
• Dificultad para aceptar y otorgar significado a la pérdida.
• Deseo de otorgar algún sentido a lo sucedido y conocer las causas.
• Anhedonia, apatía.
• Irritabilidad.
• Revivir el acontecimiento traumático.
• Rechazo de su propia sexualidad o de la pareja.


Todos estos síntomas pueden formar parte de un proceso que se define como “duelo normal”, un proceso de adaptación al que hace frente cualquier persona que haya tenido algún tipo de pérdida y que sigue un curso natural y no patológico.
Worden, autor referente en el estudio y tratamiento de duelo, define este proceso como bastante predecible -al tener una serie de etapas por las que se va pasando aunque no sea de manera secuencial-, abarcando ciertos sentimientos y conductas a todos los niveles (fisiológico, cognitivo y emocional) que lo diferencian de una vivencia más patológica:

Proceso de duelo
Worden propone cuatro tareas básicas para una adaptación sana a la pérdida. Desde este enfoque, la persona que ha tenido esta experiencia debe ser proactiva en la aceptación y adaptación a las nuevas circunstancias y no simplemente dejarse llevar por el paso del tiempo.

1. Aceptación tanto intelectual como emocional de la realidad de la pérdida. Afrontar la noticia y la imposibilidad de cambio.
2. Elaborar el dolor de la pérdida. Negar ese dolor y bloquear las emociones asociadas podría hacer que el duelo se perpetuase y complicase. Es imprescindible reconocer y validar todas las emociones y contar con el respaldo de personas que acompañen este proceso.
3. Adaptarse al mundo con las nuevas condiciones. Redefinir roles, tareas y metas vitales (que estuvieran en realidad o en el ideario de la persona). Promover cambios en la identidad personal que permitan un aumento de la autoeficacia y una recuperación de la sensación de cierto control sobre la vida.
4. Recolocación emocional que permita poder seguir con la conexión establecida con el hijo/a y ser capaces de establecer nuevas relaciones emocionales.

Conclusión
Hay que tener presente que en cada caso intervienen distintos aspectos en la construcción del significado de la pérdida fetal.
Factores como la percepción de estigmatización o la necesidad de mantener esta vivencia en secreto, la edad gestacional cuando se interrumpió el embarazo, las experiencias previas de aborto, la historia previa de salud mental y los factores de personalidad, la existencia de otros hijos/as o la disponibilidad de recursos personales y apoyo social, pueden influir en el modo de afrontar un aborto.
De este modo, resulta de una gran dificultad hacer generalizaciones al respecto, por lo que, si te encuentras en esta situación y necesitas ayuda para poder abordarlo, no dudes en ponerte en contacto con nosotros o con cualquier profesional de la salud mental que te pueda acompañar en este camino.

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