El pasado 4 de noviembre (como cada primer jueves de este mes), se conmemora el Día Internacional contra la violencia, acoso escolar y ciberacoso. Todas estas formas de violencia en el entorno escolar son frecuentes, y atentan contra los derechos de la infancia y adolescencia, la salud y el bienestar.
Esta realidad está ampliamente extendida por los centros escolares de todo el mundo. Según el informe de la Unesco, un 32% de los estudiantes (es decir, casi uno de cada tres) ha sido intimidado por sus compañeros en el último mes. En España -según datos de Unicef- el 6’9% de los estudiantes afirman haber sufrido ciberacoso durante los dos últimos meses.
Las cifras son alarmantes, al igual que las consecuencias académicas y emocionales para los niños y niñas que sufren estos problemas de acoso. Por eso, evitarlo, detectarlo lo más rápido posible e intervenir de forma eficaz es una necesidad imperiosa.
¿Cuál es la diferencia entre violencia, acoso y ciberbullying?
La violencia escolar es un concepto general que engloba violencia de cualquier tipo (físico, emocional, vandalismo, negligencia, etc.) hacia el alumnado, el profesorado o el propio centro.
El acoso escolar (o bullying) es toda forma de maltrato (físico, verbal, psicológico) que se produce entre el alumnado de forma reiterada y prolongada en el tiempo. Es decir, la parte acosadora (puede ser uno o varios compañeros o compañeras) insultan, amenazan, pegan, roban, … a otro compañero/a de forma intencionada, sistematizada y a lo largo del tiempo. En estos casos, debe existir un desequilibrio de poder físico, social o psicológico entre las dos partes (acosadora y víctima).
Por último, el ciberbullying consiste en el uso de las nuevas tecnologías (internet, redes sociales, teléfono móvil) para acosar, intimidar o humillar a un compañero/a. Por tanto, puede no existir un contacto directo entre el agresor y su víctima; de hecho, es bastante probable que mantenga su identidad escondida gracias al anonimato que ofrece Internet. Sin embargo, la visibilidad y el alcance del acoso puede ser mayor.
Violencia escolar | Acoso escolar | Ciberbullying |
-Afecta a cualquier elemento del centro educativo (alumnado, profesorado, centro) | – Se produce entre el alumnado
– Maltrato físico, verbal o psicológico (insultos, amenazas, chantaje, difamación) – En el entorno escolar – Contacto directo agresor/víctima |
– Se produce entre el alumnado
– Acoso, intimidación o humillación (suplantación de identidad, difusión de datos, pirateo) – Mediante el uso de las nuevas tecnologías – Con o sin contacto directo entre agresor/víctima – Mayor visibilidad y alcance |
¿Existe un perfil de persona acosada?
No existe un perfil concreto de la persona que es acosada, pero diversos estudios nos muestran los siguientes datos:
- El acoso escolar afecta casi en igual medida a niños (49% de los casos) que a niñas (un 51%). En el caso del ciberbulying, la mayoría de las víctimas son niñas (70%).
- La mayoría de los casos se dan entre niños y niñas de 12 y 13 años (en casos de ciberbullying es ligeramente mayor, con una media de 13’6 años), disminuyendo en gran medida los casos después de esta edad.
- Existen multitud de desencadenantes (discapacidad, defectos físicos, características de personalidad que destacan o gustos y aficiones diferentes a los gustos de la mayoría).
¿Cómo detectar el acoso?
Detectar a tiempo los casos de acoso escolar o ciberacoso resulta fundamental para poder intervenir, frenar la situación y ayudar a las víctimas. Existen una seria de signos y síntomas que pueden hacernos sospechar que un niño o niña está sufriendo esta situación:
- Señales de alarma como lesiones o prendas/pertenencias rotas o perdidas.
- Cambios en el rendimiento escolar, peores resultados académicos.
- Un mayor aislamiento por parte del niño/a, no se relaciona como antes o deja de realizar actividades que antes le gustaban.
- Enfermedades somáticas (dolor de barriga, de cabeza, …)
- Negación de ir al colegio o utilización de excusas para no asistir al centro educativo
- Alteraciones en el sueño (duerme poco, no descansa bien) y en la alimentación (come con ansiedad o deja de comer).
- Cambios en el carácter (ansiedad, tristeza, depresión)
Conclusión
Es importante destacar que estas situaciones problemáticas pueden (y deben prevenirse). Trabajar desde la primera infancia valores positivos como la amistad, la solidaridad o el respeto; enseñar y educar en un uso adecuado de las nuevas tecnologías; crear un clima de confianza donde los niños y niñas puedan expresarse con libertad o fomentar una autoestima sana, son algunas de las medidas que se deben incorporar en este sentido.
En el caso de detectarlas algunas de las señales de sospecha de acoso o ciberbullying, es fundamental informar al centro educativo para poder desplegar las medidas oportunas. También es importante valorar si la situación y las consecuencias requieren la intervención de algún especialista que pueda ayudar al niño o niña a superar esta problemática.
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