¿Qué importancia tienen los valores personales?

Los valores personales son de gran importancia para el bienestar y salud psicológicos. Los valores conforman la guía o la brújula que rigen nuestro comportamiento hacia lo que realmente es significativo para cada uno de nosotros. Tienden a mantenerse a lo largo del tiempo, aunque también pueden cambiar. Si bien no se escogen como si se tratase de un catálogo de productos, en general, podríamos decir que los valores son de elección personal: forman parte de las circunstancias y trayectorias de la vida de cada persona, de lo que uno es.

 

¿Son lo mismo los valores y las metas?

No, los valores son distintos a las metas. La diferencia fundamental radica en que las metas pueden alcanzarse, mientras que los valores son horizontes que dan sentido, dirección y significado, a la vida. Y como horizontes, los valores no se consiguen ni tampoco se definen de manera práctica, sino que existen para guiar nuestra vida. Podríamos entender los valores como dirección, más que un destino en sí. Las metas serían las paradas, los objetivos que se van alcanzando en el camino.

 

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Por ejemplo, un valor sería ser una buena madre: no es algo que se obtenga, sino que es un proceso continuo de educación, cariño y apoyo mientras los hijos crecen, se equivocan, tienen dificultades, etc.

En la dirección de este valor, podríamos establecer distintas metas: apuntarles a un buen centro educativo, ayudarles con sus tareas escolares, pasar tiempo de calidad juntos, mantener una relación de confianza, …

Ser una buena madre supone un horizonte que nunca alcanzaremos, un lugar donde queremos llegar, pero el cual nunca conseguiremos.

 

¿Cómo saber cuáles son nuestros valores?

Podemos definir tantos valores como queramos, relacionados con las distintas áreas de nuestra vida (amistad, familia, pareja, desarrollo personal, etc.) y que se recogen en la siguiente brújula:

 

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Existen distintos ejercicios y actividades que se realizan en terapia psicológica para descubrir cuáles son nuestros valores personales. Algunos ejemplos de preguntas que podemos hacernos para empezar con este proceso serían:

  • ¿A qué tres personas (vivas o muertas) admiras? ¿Por qué?
  • ¿Cuál es la decisión que has tomado que te hace sentir más orgullo?
  • ¿Qué objetivos tienes?
  • ¿Qué tipo de relaciones te gustaría crear y mantener?
  • ¿Qué tipo de persona (hij@, herman@, amig, …) te gustaría ser?
  • ¿Qué implica para ti tener una buena relación?

Sin embargo, más que la cantidad, lo fundamental es encontrar valores importantes para cada uno de nosotros.

Como hemos dicho, los valores son personales. Por lo tanto, cada persona tendrá los suyos dependiendo de la situación y/o el momento, y los priorizará de distintas formas. No existen valores ni buenos ni malos de por sí. Lo que existen son valores compartidos o coincidentes con otras personas, lo que facilitará mantener buenas relaciones, sentirnos unidos, cómodos y con confianza. Cuando no compartimos esos valores, incluso resultan contradictorios y chocantes, se puede generar cierta incomodidad que conllevará un alejamiento de esas personas.

 

¿Para qué sirven?

Tener unos valores, metas y creencias definidos nos ayuda a tener una vida coherente y con sentido. Además, nos facilitará mantener cierta perspectiva ante circunstancias complicadas, problemas o traumas.

Es probable que, en situaciones problemáticas donde aparecen sentimientos de nerviosismo, ansiedad, tristeza o apatía, éstas se vuelvan tan importantes que terminen gobernando nuestras elecciones y, por tanto, estén guiando nuestra vida. Es decir, los valores que deberían pautar nuestro comportamiento están siendo eclipsados por las dificultades, creando un verdadero malestar psicológico.

En estos casos, la clarificación de los valores resulta primordial. Volver a ponerlos en primer plano implica la búsqueda de la energía, el significado y el propósito que otorga sentido a la vida de cada persona. Porque los valores están en aquello que cada uno hacemos a pesar de los inconvenientes, las dificultades y las molestias. Cuanto más invertimos en acciones que nos orientan a lo que es importante para nosotros, mayor es la satisfacción, alegría y bienestar.

En palabras de Viktor Frankl: “Quien tiene un ‘porqué’ para vivir, encontrará casi siempre el ‘cómo’”

Ahora que ya conoces un poco más sobre los valores la pregunta sería… ¿vives de acuerdo a los tuyos propios?

 

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