Muchas dificultades que encontramos en nuestro día a día -y también muchos problemas psicológicos trabajados en consulta- tienen su origen en un déficit de regulación emocional: percibir, comprender y aceptar las emociones, principalmente las que conllevan malestar para la persona (mal llamadas “emociones negativas”).
No existen emociones buenas y malas; ninguna emoción es “dañina” como podríamos pensar. Todas son importantes y útiles. El problema está en cómo reaccionamos, juzgamos y nos relacionamos con nuestras emociones.
En general, los déficits en la regulación emocional tienen una repercusión negativa en el ajuste psicológico personal y conlleva la realización de conductas y respuestas poco adecuadas que, lejos de solucionar los conflictos, los agravan.
Aclarando conceptos: ¿Qué es la regulación emocional?
Seguramente hayas oído hablar de regular emociones pero, ¿qué significa exactamente? ¿Es lo mismo que el autocontrol?
La regulación emocional es un proceso fundamental de la Inteligencia Emocional. Podríamos definir la regulación emocional como el conjunto de procesos (externos e internos) que se ocupan de observar, analizar, evaluar y cambiar nuestras reacciones emocionales para conseguir cubrir ciertas necesidades o cumplir determinadas metas, ya sean conscientes o inconscientes.
Estos esfuerzos pueden ser adaptativos (dando respuestas y creando conductas útiles y ajustadas a las circunstancias, por ejemplo, hacer deporte para desestresarse) o disfuncionales (ineficaces e incluso contraproducentes, por ejemplo, el consumo de alcohol u otras sustancias para evadirse de la realidad).
¿Cómo se logra?
Conseguir identificar y canalizar las emociones (cualquiera que sea la emoción) de forma que su aparición, intensidad o persistencia no dificulten ni interfieran el día a día de la persona, se relaciona con un mejor ajuste psicológico. Para lograr este buen procesamiento emocional (según el modelo propuesto por Hervás) son necesarios varios pasos:
- Hacer conscientes las emociones, reconocerlas. Comprender que las emociones están ahí para mandarnos mensajes (por ejemplo, para indicarnos que algo nos está molestando o interfiriendo con nuestras necesidades) que nos muevan a realizar algún cambio y mejorar la situación.
- Dedicar atención, recursos y esfuerzos a las emociones.
- Aceptar las emociones, liberarse de juicios negativos ante las propias experiencias y sentimientos.
- Identificar y nombrar con claridad las emociones. Poner nombre a lo que estamos sintiendo. Aprender a etiquetar las emociones lo antes posible nos ayudará a manejarlas mejor.
- Analizar y entender el significado de las emociones: por qué surgen, qué nos quieren decir, diferenciar si nos están aportando información válida o son una falsa alarma y extraer las conclusiones precisas.
- Modular las respuestas a las emociones, activando diferentes estrategias y herramientas. Por ejemplo, aprender a reconocer los diferentes estilos de pensamiento, aprender a relajarnos (respiración profunda), etc.
¿Qué conseguimos con una buena regulación emocional?
Como hemos comentado, una buena gestión emocional facilita un buen ajuste psicológico y, por tanto, nos ayuda a ser felices. En concreto, entre las consecuencias positivas podemos destacar:
- Facilita una alta autoestima: conocernos, aceptarnos y querernos tal y como somos. Todo ello conlleva desarrollar una actitud positiva (ante uno mismo y ante la vida).
- Incrementa la motivación hacia el cambio y el planteamiento y consecución de nuevos retos.
- Ayuda a manejar la frustración e incrementa el nivel de tolerancia hacia la misma.
- Favorece la toma de decisiones y la resolución de problemas.
- Permite prevenir y regular el impacto de las emociones que nos hacen sentir mal (tristeza, ansiedad, enfado,…).
- Hace posible desarrollar habilidades como la empatía o la asertividad (mejor interacción con el entorno y las demás personas).
Como cualquier aprendizaje, cuanto antes empecemos a fomentarlo, más y mejores resultados tendremos. Por eso es importante trabajar en ello desde la primera infancia. Pero no te preocupes, si tienes alguna dificultad en este sentido, ¡nunca es tarde para aprender a gestionar nuestras emociones!
¿Te parecen razones suficientes? ¡Nosotros estamos seguros de que sí!
Puedes contactar con nosotros para solicitar una cita.
Puedes seguirnos en Instagram y Facebook.