La autoestima es la valoración, percepción o juicio que una persona hace de sí misma. Es decir, es el resultado de evaluar los pensamientos, sentimientos y experiencias propias. Su valor (positivo o negativo) va a influir de manera determinante en el desarrollo del potencial personal, en el bienestar y en la felicidad de cada individuo.

La autoestima se va desarrollando y construyendo a lo largo de la vida según las vivencias personales. Por tanto, la autoestima se puede modificar y trabajar. Y esa es una buena noticia.

 

Tipos de autoestima

En general, podríamos decir que existen dos tipos de autoestima: alta y baja. Sin embargo, puede que una persona tenga ambas, dependiendo en qué aspecto ponga el foco de interés. Por ejemplo, alguien puede tener una buena autoestima en el aspecto deportivo (“soy muy atlético”), mientras que para otros aspectos presenta una baja autoestima (“soy un negado para los números”).

 

Autoestima alta

Las personas con buena autoestima tienen una buena percepción de sí mismos y una gran confianza en sus capacidades. Esto les permite tomar decisiones, establecer límites y afrontar situaciones difíciles con una actitud positiva y una alta expectativa de éxito.

Una persona con una autoestima sana se podrá comunicar con asertividad, expresando sus opiniones, emociones y necesidades de manera eficaz, sin criticar la opinión de los demás.

 

Autoestima baja

Las personas con baja autoestima presentan sentimientos de inseguridad e insatisfacción y, por tanto, son muy sensibles y vulnerables a las críticas. En general, las personas con baja autoestima presentan (alguna o algunas) las siguientes características:

  • Dificultades para reconocer y valorar sus características, capacidades y cualidades.
  • Búsqueda de aprobación y reconocimiento externo, de las demás personas.
  • Sentimientos de inferioridad e insatisfacción.
  • Hipersensibilidad y/o rechazo a las críticas.
  • Excesivo deseo de complacer y agradar a las otras personas, delegando decisiones en ellos para evitar problemas (comunicación pasiva).
  • Miedo a dar su opinión, manifestar sus ideas, sentimientos o necesidades.
  • Nivel muy elevado de autoexigencia; juicios hacia ellos mismos muy negativos y duros

 

Considerando todo esto, no es de extrañar que las personas con baja autoestima padezcan estrés y ansiedad. El hecho de tener que afrontar cualquier circunstancia del día a día (o cualquier situación conflictiva) hará que surjan sentimientos de ineficacia e inseguridad, lo que aumentará la tensión y dificultará una respuesta adecuada y exitosa. Todo ello hará que se refuercen y potencien las valoraciones negativas, los sentimientos de inutilidad y, por tanto, la baja percepción de sí mismas.

 

Trabajando la autoestima…

Primero, reflexionemos con algunas preguntas:

¿Tu nivel de autoexigencia es demasiado elevado? ¿Necesitas hacerlo siempre todo perfecto para sentirte bien?

¿Consideras que nunca es suficiente o que tú no eres suficiente?

¿Eres muy crítico con tus dificultades o errores?

¿Piensas que, si fueras más guapo/a, más inteligente o más simpático/a serías más feliz?

¿Has dejado de hacer cosas porque sientes que no vas a ser capaz de lograrlas?

 

Si has contestado afirmativamente a alguna de estas preguntas, es posible que tu nivel de autoestima sea bajo. La parte positiva es que, como comentamos al inicio, la autoestima es un constructo y por tanto se puede trabajar para conseguir una autoestima mejor y más sana. Pero… ¿Cómo es posible?

  • Identificando los motivos y las causas de nuestras conductas; los miedos y temores internos que suelen estar detrás de nuestros pensamientos negativos.
  • Afrontando las situaciones. El principal motivo de una autoestima baja es la evitación de situaciones donde tememos al fracaso y, por tanto, nos quedamos bloqueados y sin hacer nada. Enfrentar las situaciones, independientemente del resultado, nos empodera y aumenta la sensación de éxito.
  • Orientando nuestras vidas a valores y no tanto a objetivos. Es decir, centrarnos en lo que realmente es importante para nosotros mismos.
  • Identificando tus puntos fuertes. Ser consciente de las propias cualidades y habilidades para poder potenciarlas y sacar el máximo provecho.
  • Transformando nuestros pensamientos negativos en otros más racionales, adecuados y útiles. Dejar a un lado los comentarios juzgadores, críticos y menospreciantes y mantener un diálogo interno basado en la amabilidad, flexibilidad y positividad.

 

Aceptarte y valorarte positivamente es posible (y muy necesario). Aprender a amarte incondicionalmente es imprescindible para poder tener un buen desarrollo personal y lograr un estado de bienestar psicológico y emocional.

Si tienes dificultades y necesitas apoyo en este proceso, contamos con unos talleres de autoestima y/o sesiones individuales enfocadas en este tema.

¡Practica el arte de aceptarte!

 

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