¿Afecta el frío a nuestra salud mental?

Estamos en noviembre y, además del nuevo horario de invierno (tras el cambio de hora), llega el frío. La disminución de las horas de luz solar disponible, el clima más frío y las bajadas de las temperaturas (con la consecuente reducción de la actividad al aire libre) afectan a nuestro estado de ánimo y pueden poner en un aprieto a nuestra salud mental -no es casualidad que en climas fríos se registren un mayor número de casos de depresión y ansiedad-.

Estos cambios externos en el ambiente influyen en nuestra regulación corporal y, por la relación tras estrecha que existe entre mente y cuerpo (conexión psico-neuro-inmunológica), también en nuestros estados de ánimo. Por ejemplo, al haber menos horas de luz nuestro cuerpo genera mayor cantidad de melatonina y es por ello por lo que nos podemos sentir más somnolientos, cansados o apáticos. Además, producimos menos vitamina D (puedes leer más sobre esto aquí ) y serotonina de forma natural que hace que nos sintamos con menor energía y vitalidad.

¿Qué síntomas son los más comunes?

Teniendo en cuenta todos los factores comentados, es frecuente que con el frío a finales de otoño y según vaya avanzando el invierno aparezcan los siguientes síntomas:

  • Sentimientos de apatía, tristeza o decaimiento
  • Falta de motivación e interés
  • Disminución de la energía
  • Incremento del cansancio y de las horas de sueño
  • Mayor dificultad para tareas que supongan algo grado de atención y concentración
  • Pesimismo y desesperanza
  • Aislamiento social

¿Cómo podemos atenuar los efectos del cambio estacional y del frío?

  • Mantener una adecuada rutina de sueño (puedes leer más sobre la higiene del sueño aquí ). Ten en cuenta que la producción de serotonina requiere un mínimo de 7 horas continuas de sueño la noche anterior.
  • Cuidar los hábitos de alimentación, contribuyendo a un aporte necesario para mantener unos niveles de energía y vitalidad adecuados y que nos hagan sentir bien.
  • Realizar con cierta frecuencia actividades placenteras con familia y amigos. La cantidad y calidad de nuestras interacciones sociales repercuten de forma directa en nuestro estado de ánimo.
  • Practicar ejercicio de intensidad moderada de forma regular.
  • Realizar ejercicios y actividades que nos ayuden a conservar nuestras capacidades cognitivas (atención, concentración) al máximo.

Conclusión

Es importante recalcar que cuando los síntomas comentados se agravan podría presentarse un trastorno del estado de ánimo denominado trastorno afectivo estacional.

Trastorno afectivo emocional

Características del trastorno afectivo emocional

Sin embargo, (y sin necesidad de llegar a ser algo patológico) si consideramos que estos síntomas típicos del invierno y del frío nos interfieren en nuestro día a día, no somos capaces de gestionarlos por su intensidad o persisten demasiado en el tiempo, es importante consultar con algún experto en salud mental que nos ayude a evaluar la situación y actuar de forma ajustada.

 

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