En los últimos años se le está dando una especial relevancia al tema de la salud mental y, en concreto, al suicidio. No es para menos, las cifras son alarmantes: pese a todos los progresos, en el mundo se suicida una persona cada 40 segundos. Al día en España se suicidan 11 personas, lo que hace un total de 4000 personas al año. Más en concreto, dentro de nuestro país, Asturias es la región con mayor tasa de mortalidad de suicidio.
Debemos terminar con el tabú que existe sobre estos temas para poder detectar, prevenir y abordar este grave problema de salud pública de la manera más eficiente posible.
¿Qué es el suicidio?
El suicidio es cualquier acción que se realiza con el objetivo de terminar de forma deliberada con la propia vida, desembocando en la muerte.
Las razones que pueden llevar a una persona a realizar este tipo de conductas son muy variadas, aunque algunos de los factores de riesgo asociados son:
- Presentar algún trastorno de salud mental como depresión o trastornos psicóticos (bipolaridad, esquizofrenia).
- Historia de abuso sexual, físico y emocional.
- Consumo abusivo de alcohol y otras drogas.
- Condiciones de gran estrés vital.
- Dificultades laborales y/o económicas.
- Ausencia de red de apoyo social y/o familiar.
Desmontando mitos…
Existe un gran número de creencias erróneas con respecto al suicidio. Aportar información verídica es fundamental para dar un apoyo más efectivo a las personas que piensan/intentan terminar con su vida y su entorno.
- “La persona que se quiere suicidar no lo dice”. Nueve de cada diez personas expresaron de forma clara y explícita sus propósitos.
- “La persona que lo dice, no lo hace”. Todas las personas que se suicidan manifiestan su intención con palabras, gestos o modificaciones de comportamiento.
- “Todas las personas que se suicidan están deprimidas o tienen un trastorno mental”. Si bien es cierto que los trastornos mentales son un factor de riesgo (es decir, se suicidan con mayor frecuencia que la población general), no es necesario ni determinante. Toda persona con riesgo es una persona con un gran sufrimiento.
- “El suicidio es un acto impulsivo”. Existen una serie de conductas y señales pre-suicidas (sentimientos, conductas, fantasías suicidas, etc.) que, detectadas a su debido tiempo, puede evitar que se realicen esos propósitos.
¿Se puede prevenir el suicidio?
Sin duda, la respuesta es sí. Tomar la decisión de suicidarse no es algo repentino, sino que es una idea que se va gestando poco a poco, hasta que se entiende como única solución a una situación problemática y difícil; de esta forma, la persona interpreta que no hay más salida ante un sufrimiento que va incrementándose cada vez más.
Existen algunos indicios que nos deben advertir de que una persona está pensando en llevar a cabo un suicidio y, por tanto, intentar evitarlo. Algunas de estas señales son:
- Manifestaciones verbales: La persona expresa su malestar y sus deseos de quitarse la vida, ya sea sin planteamiento concreto o con un plan suicida específico (querer morirse, sentir un gran vacío, sentir un dolor insoportable, no tener motivos para vivir, pensar que no existe solución, etc.). En cualquier caso, preguntar y analizar estas ideas no va a incrementar la posibilidad de llevarlas a cabo, sino todo lo contrario. Puede ser una buena oportunidad para desarrollar acciones que puedan prevenirlo
- Manifestaciones no verbales: compararse a sí mismo o su propia situación con alguna persona que haya realizado una conducta suicida y/o cambios en su conducta habitual (como regalar posesiones preciadas, ingestión de alcohol o drogas, deserción laboral, asumir grandes riesgos, etc.).
¿Qué podemos hacer si identificamos alguna de estas señales? Estrategias de prevención
- Escuchar y preguntar. Aunque sea difícil, preguntar por los pensamientos o deseos de muerte no va a incrementar la posibilidad de que ocurra. Todo lo contrario: expresar nuestra preocupación, dar una oportunidad de desahogarse, aceptar y validar sus emociones, … puede suponer un alivio para esa persona y una demora en la toma de decisiones.
- Cuidar el entorno. Reducir al mínimo los estímulos, objetos o lugares con los que la persona puede dañarse o que sean potencialmente letales (medicamentos, cuchillos, armas, etc.).
- Acompañar. Como hemos comentado, reconocer y hablar sobre el propio suicidio puede reducir este tipo de pensamientos. Es importante trasladar la información al entorno más cercano para tratar de que la persona no se encuentre (ni sienta) sola.
- Solicitar ayuda. Contactar con algún profesional del ámbito de la salud mental (centro de salud, psicólogo, psiquiatra, …) y/o asociaciones como El Teléfono de la Esperanza.
Existen señales de alarma sobre el suicidio que nunca se deben ignorar. Hablar con la persona que tiene esa idea/intención y mostrar nuestro apoyo si emitir ningún juicio, puede ser clave para reducir el riesgo de suicidio. Si te sientes identificado o conoces a alguien en esta situación, busca ayuda. Hay más salidas.
Puedes contactar con nosotros para solicitar una cita.