El declive de las funciones cognitivas

El envejecimiento es un proceso natural, progresivo y universal. Si bien lo presentan todas las especies, es muy diferente en cada individuo. A medida que va pasando el tiempo empiezan a aparecer algunos signos del envejecimiento, como cambios en el cuerpo (endurecimiento de las arterias y vasos sanguíneos, pérdida de elasticidad de piel y músculos, cambios en la visión, etc.) y también en la cognición (fallos de memoria, disminución de la velocidad de procesamiento, inflexibilidad…). Estos últimos pueden estar asociados a la demencia.

En algunos casos puede resultar difícil distinguir entre estas características propias del envejecimiento y algunos síndromes como la demencia. Es fundamental saber apreciar estas diferencias para poder realizar una intervención de estimulación cognitiva que permita ralentizar el deterioro. Algunas de las más relevantes se recogen en la siguiente tabla:

 

Tabla Sagüés Psicología Oviedo demencia

 

¿Qué es la demencia?

La demencia es un cuadro en el que aparecen y se desarrollan de manera progresiva y persistente múltiples déficits cognitivos (alteraciones en el lenguaje, memoria, atención, organización, resolución de problemas, toma de decisiones, etc.) que se manifiestan unidos y repercute de manera apreciable en las actividades cotidianas, laborales o sociales y en la calidad de vida de las personas.

Existen muchos tipos de demencias asociadas a un gran número de enfermedades neurodegenerativas, como el Alzheimer, la enfermedad de Cuerpos de Lewy o la Esclerosis Múltiple.

Algunos de los síntomas que nos permiten identificar las demencias son:

  • Fallos en la memoria (inicialmente olvidos a corto plazo; en fases más avanzadas dificultades también en la rememoración) que afectan la vida cotidiana.
  • Dificultades en el lenguaje, que cada vez se harán más evidentes: comunicación pobre, repetitiva, con monosílabos.
  • Dificultad para planificar o desempeñar tareas habituales en casa, en el trabajo o en el tiempo libre. Necesita supervisión para las actividades de la vida diaria.
  • Desorientación en tiempo.
  • Desorientación espacial, al inicio en lugares poco frecuentados y posteriormente más acentuada.
  • Colocar objetos fuera de su lugar habitual y ser incapaces de recuperarlos.
  • Disminución o falta de juicio para tomar decisiones.
  • Pérdida de iniciativa o evitación de las actividades sociales.

Alteraciones en el estado de ánimo o en la personalidad (pérdida de interés, depresión, irritabilidad, agresividad, …).

 

Algunos de estos síntomas pueden pasar desapercibidos por el entorno familiar y social de la persona, al considerar que son parte de un envejecimiento normal. Sin embargo, son tan intensos que interfieren en el buen funcionamiento de las actividades ordinarias del día a día.

 

 

¿La demencia puede tratarse?

Como decíamos, la demencia es irreversible, pero intervenir de manera temprana ante los primeros síntomas es clave para ralentizar el avance de la enfermedad, la manifestación de los síntomas y, por tanto, mantener una buena calidad de vida durante más tiempo.

El trabajo con los mayores ha de ser considerando todas y cada una de las facetas de la vida, por lo que deben intervenir distintos profesionales de cada ámbito.

El papel del psicólogo es primordial tanto para la evaluación neuropsicológica y conductual de la persona como para la intervención, prevención y mantenimiento de las capacidades y habilidades para conservar y potenciar al máximo la funcionabilidad de las personas.

Además, la intervención ha de incluir aspectos psicosociales que faciliten a la persona la adaptación a su entorno (por ejemplo, con familiares, cuidadores y amigos) y el abordaje de problemas psicológicos frecuentemente asociados a la propia demencia, como ansiedad y/o depresión.

 

 

Conclusión

El número de personas con algún diagnóstico de demencia ha ido incrementándose en los últimos años debido tanto al aumento de la esperanza de vida, como a otros factores sociales, psicológicos y/o médicos. En estos casos, es imprescindible realizar programas integrales de psico estimulación de las capacidades cognitivas que permitan mantener una vida activa y una mejor adaptación a los problemas cotidianos, así como un trabajo con su núcleo cercano que permita dotarles de las herramientas y recursos necesarios sobre la enfermedad, su cuidado y apoyo, comunicación y estimulación.

 

 

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