Hoy, 15 de noviembre, se celebra el Día Mundial sin Alcohol. Esta fecha tiene como objetivo concienciar a todas las personas de los distintos lugares del planeta sobre los efectos dañinos, tanto físico como psicológicos, que el consumo de alcohol tiene para nuestro organismo.

El alcohol ha estado presente en la historia de la humanidad desde sus comienzos, y en nuestra sociedad aún sigue siendo una práctica social permitida y muy extendida. Por ello, puede resultar difícil relacionar el alcohol como sustancia adictiva que provoca numerosas consecuencias adversas.

Sin embargo, un consumo excesivo y prolongado de alcohol tiene efectos muy dañinos para la salud de las personas, tanto a corto como a largo plazo. Recordemos, como define la Organización Mundial de la Salud (OMS), que la salud es un estado de bienestar físico, psicológico, social y espiritual. Por tanto, esta sustancia puede ser perjudicial para una o varias de estas áreas.

¿Cuáles son los efectos psicológicos del consumo de alcohol?

El alcohol es una sustancia depresora y tranquilizante del Sistema Nervioso Central. Aunque a pequeñas dosis pueda producir disminución de la ansiedad, desinhibición, verborrea, risa fácil, … A dosis mayores se comporta como lo que realmente es, apareciendo la acción depresora (cefaleas, sudoración excesiva, náuseas y vómitos, …).

 

Interior alcohol y sus trastornos Sagüés Psicología Oviedo

 

El consumo de alcohol tiene un impacto negativo sobre la salud mental. En relación con los efectos psicológicos del consumo de alcohol, podemos establecer dos grandes grupos de consecuencias según el momento en el que aparecen y se desarrollan:

  • A corto plazo, es decir, ocurren en un periodo breve de tiempo tras el consumo:

    • Lapsos de memoria o blackout. Son pérdidas de memoria de momentos puntuales o de sucesos completos.
    • Cambios emocionales. Como hemos comentado, uno de los primeros efectos del alcohol es la desinhibición (nos vuelve más habladores, sociales, alegres, …); pero pasados estos primeros efectos los cambios se tornan hacia ansiedad, estados de ánimo depresivos, inestabilidad afectiva, comportamientos disfuncionales o agresividad.
    • La capacidad de toma de decisiones se ve mermada, lo que conlleva comportamientos más arriesgados y temerarios.
    • Trastornos del sueño. El sueño se vuelve menos profundo y menos reparador.
    • Intoxicación alcohólica. Dependiendo de los niveles de alcohol en sangre, la duración del consumo y la tolerancia de la persona consumidora, la intoxicación alcohólica variará desde una ligera sensación de ebriedad, hasta el coma y la pérdida de conocimiento.

 

  • A largo plazo, es decir, en un periodo de semanas, meses o años:

    • Deterioro en las relaciones interpersonales, especialmente con los miembros del hogar o la familia.
    • Alteraciones en los procesos cognitivos. La destrucción neuronal que provoca el alcohol en nuestro cerebro se manifiesta tanto en trastornos intelectuales y del razonamiento, dificultades en la resolución de problemas y en la elaboración de planes, así como en el deterioro de la memoria y de la atención.
    • El consumo prolongado de alcohol agrava las consecuencias de la pérdida de memoria; en algunos casos estos daños permanecen incluso tras abandonar su consumo.
    • Síndrome de Wernicke-Korsakoff. Se debe una deficiencia de tiamina (vitamina B1) e incluye la encefalopatía de Wernicke (trastornos de la marcha y de los músculos oculares) y la psicosis de Korsakoff (graves pérdidas de memoria, desorientación, falsos reconocimientos, confabulaciones).
    • Disfunciones sexuales, que afectan a todas las fases de la respuesta sexual (puedes conocer más sobre esto aquí, en la entrada del blog de disfunciones sexuales)

 

¿Cuándo el consumo de alcohol se convierte en un problema?

En nuestra sociedad, donde existe una gran tolerancia y permisibilidad con el consumo de esta sustancia, puede resultar complicado determinar cuándo el uso que hacemos de ella es problemático.

Aspectos importantes para considerar son la cantidad y la frecuencia del consumo de alcohol, así como la tolerancia al mismo. También la necesidad de ingerir alcohol (aunque sólo sea los fines de semana) y el mantenimiento de esta conducta a pesar de las consecuencias negativas que puedan ir presentándose (por ejemplo, seguir consumiendo alcohol a pesar de la retirada del carnet por su abuso).

 

Conclusiones

Con frecuencia el consumo de alcohol se asocia con festejos, celebraciones y momentos divertidos con familia o amigos. Sin embargo, es importante tener presente que es una sustancia adictiva y que puede conllevar graves riesgos para la salud. En este sentido, es fundamental reconocer las señales de alarma respecto a un consumo problemático y perjudicial, para poder plantear una intervención ajustada. De lo contrario, es probable que la problemática se agrave y sus peligros físicos, psicológicos, de conducta y de ajuste psicosocial sean mayores. Las posibilidades de éxito en la recuperación de quienes solicitan la ayuda adecuada son altas.

 

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